TRIDUO EN HONOR A JESÚS RESUCITADO.

ANEXO 9 DE LAS REGLAS

DÍA PRIMERO.

Verdaderamente ha Resucitado el Señor ¡Aleluya!

¡Exulten los coros de los ángeles, las jerarquías del cielo por Tu victoria; que goce toda la tierra inundada de Tu claridad; alégrese la Iglesia revestida de Tu luz; exulte mi lengua, que se me alegre el corazón porque no me entregaras a la muerte, no dejaras a Tu fiel conocer la corrupción!

Padre de bondad, Tú enviaste a Tú Hijo para que por su Encarnación fuese restaurada nuestra naturaleza caída, por su muerte fuesen destruidos nuestros pecados, por su Resurrección nos fuese dada nueva vida y en su Ascensión nos abriese el camino de Tu Reino. Él quiso perpetuar su acción salvadora entregándose a Sí mismo como Eucaristía Perfecta, alimentando y santificando a Tus hijos para que una misma Fe y un mismo Amor iluminase y congregase a todos los hombres.

Dispón nuestros corazones para celebrar con Fe y devoción los cultos que esta Hermandad rinde a la Gloriosa Resurrección de Tu Hijo Jesucristo, danos la gracia de servirle fielmente en su Iglesia, protege a las familias y ayúdalas en su misión de ser testigos de Tu Amor a imitación de la Sagrada Familia de Nazaret.

Oh Dios, Padre Misericordioso, que la Resurrección de Tu Hijo Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte, nos has abierto las puertas de la Vida Eterna, concede a Tu Iglesia, por la intercesión de su Madre la Santísima Virgen María, ser renovada por Tu Espíritu y alcanzar la gloria de la Resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amen.

(Padrenuestro – Ave María – Gloria)

¡Alabado sea Jesús Sacramentado!

ESCRITO POR D. JAVIER CRIADO MARTINEZ, DIACONO DE LA IGLESIA PARRIQUIAL DE MAIRENA DEL ALCOR EN ABRIL DEL 2.007.

FUE ORDENADO SACERDOTE EL DIA 14-IX-2.008, EN LA SANTA METROPOLITANA CATEDRAL DE SEVILLA POR MANOS DEL SR. AZOBISPO CARDENAL DE SEVILLA D. CARLOS AMIGO VALLEJO.

DÍA SEGUNDO.

Ofrezcan los cristianos

ofrendas de alabanza

a gloria de la Víctima

propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado

que a las ovejas salva,

a Dios y a los culpables

unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte

en singular batalla,

y, muerto el que es la Vida,

triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,

María, en la mañana?»

«A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,

los ángeles testigos,

sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras

mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,

allí el Señor aguarda;

allí veréis los suyos

la gloria de la Pascua. »

Primicia de los muertos,

sabemos por tu gracia

que estás resucitado;

la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate

de la miseria humana

y da a tus fieles parte

en tu victoria santa.

Oración:


Dios nuestro Padre, creador de todo, hoy es el día de la alegría de Pascua. Esta es la mañana en que el Señor apareció a los hombres que habían comenzado a perder su esperanza y abrieron sus ojos a lo que las escrituras predijeron: que primero El debió morir, y entonces El resucitaría y subiría en la presencia gloriosa del Padre. Que el Señor resucitado inspire a nuestras mentes y abra nuestros ojos para que lo podamos reconocer en la fracción del pan, y seguirlo en su Resurrección. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

(Padrenuestro – Ave María – Gloria)

¡Alabado sea Jesús Sacramentado!

DÍA TERCERO.

Hoy el cielo y la tierra cantan ‘el nombre’ inefable y sublime del Crucificado resucitado.
Todo parece como antes, pero, en realidad, nada es ya como antes. Él, la Vida que no muere, ha redimido y vuelto a abrir a la esperanza a toda existencia humana.
‘Pasó lo viejo, todo es nuevo’ (2 Co 5, 17).
Todo proyecto y designio del ser humano, esta noble y frágil criatura, tiene hoy un nuevo nombre en Cristo resucitado de entre los muertos, porque en Él hemos resucitado todos.
(Juan Pablo II, Mensaje de Pascua para el Nuevo Milenio)

La Vida triunfó sobre la muerte para siempre. Las armas victoriosas de Jesús son el amor, la humildad y la obediencia. El enemigo arrogante, por matar al Siervo Doliente quedó el mismo vencido. Se abre la tumba y se derrama sobre la tierra la misericordia. Ábranse los corazones a la misericordia. Todo está orientado nuevamente al Hijo que da vida ¡Vida eterna!
En Cristo todo alaba al Padre.

¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1 Co 15,55)
Verdaderamente ha resucitado Cristo ¡Aleluya!

(Padrenuestro – Ave María – Gloria)

¡Alabado sea Jesús Sacramentado!